Semana Santa 2015, grabada a fuego en el recuerdo

Para recordar y para enmarcar, una Semana Santa de las que se graban a fuego. Atrás quedan esos días de tradiciones, de almendras garrapiñadas, de velas y túnicas, del silencio por bandera las noches de penitencia.
Y es que es cierto que se transforma, y no son los ojos que ven nuestra ciudad, es la magia que la envuelve y la hace más bonita si cabe.
Cuando cruzo el puente los días de Pasión parece que la catedral luce de otro modo, que incluso son otras las aguas que trae el Duero susurrando la historia más bonita jamás contada.

El Nazareno convocó a los zamoranos a las puertas de San Frontis la tarde del Jueves de Pasión, y a partir de entonces comenzó todo, como cada año, siempre igual, siempre tan diferente, como si fuera la primera vez. Días de hermandad, días en compañía de aquellos que sienten la Semana Santa como tú, que entienden que la procesión hay que verla en muchos sitios y muchas veces para no perder ni un solo detalle, que comprenden que no importa lo larga que sea la espera, que saben que por nada del mundo vas a perderte la entrada en el Museo de ese paso que tanto quieres, y que no tienen duda alguna de que si te buscan la noche del Jueves Santo te encontrarán en Viriato escuchando el Miserere. Esos que entienden eso que no se ve y se siente tan fuerte, esos que comparten contigo un poquito de su locura.

Días de emociones tatuadas en el alma, clavadas en las retinas, días especiales en los que todo se vive de forma diferente. Días en los que una enorme sonrisa se dibuja en el corazón de los zamoranos, esa que contrarresta con el tremendo vacío que que se siente la noche del Domingo de Resurrección, una sonrisa imborrable que alimenta la espera durante el año.

Inmejorable, así ha sido esta Semana Santa en la que hasta las velas han brillado con la fuerza del sol. No hay nada más bonito que revivir esas sensaciones que cada año se repiten de forma tan intensa. Hoy estoy feliz, feliz de vivirlo, feliz de sentir de una manera tan fuerte una pasión que llega a apretar el alma. Grabados quedan en el recuerdo momentos únicos, esos que a veces, si cerramos los ojos, pueden tocarse con la punta de los dedos.

Y parece que ahora, echando la vista atrás, cerramos ese paréntesis que año tras año se escribe por estas fechas, salimos a flote después de habernos sumergido en los días más bonitos del año, volvemos a respirar la rutina del día a día. Respiramos, sí, pero en Semana Santa se respiraba mejor…

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