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Mostrando entradas de marzo, 2015

Mi particular amanecer de Viernes Santo

Hay pocas cosas que me hacen sentir tan viva, que me dejan sin aliento y despiertan en mí incluso las emociones más profundas que guardo bajo llave. Mi auténtica debilidad, la madrugada del Viernes Santo. El griterío inunda la plaza, nervios a flor de piel mientras una marea de cofrades y cruces se abren hueco entre la multitud. Hace apenas unas horas el miserere acarició el corazón de los zamoranos, pero ahora está a punto de comenzar otro capítulo de la Pasión, y es que ésta es una noche de emociones. Ya son las cuatro de la mañana, fiel a mi cita espero junto a San Juan uno de los momentos más bonitos del año. Todo está listo, el clarinete, las partituras, las camisetas térmicas imprescindibles para soportar el frío de la noche, y sobre todo la ilusión, pues sin ella sería imposible sobrellevar el ritmo tan intenso de la semana. Los nervios se apoderan de mí cuando por fin entramos en la Iglesia, y allí está, esperando paciente, Jesús Camino del Calvario. Desde qu...

Con el corazón en los hombros

Cada mañana se levantaba como de costumbre, con las ganas de esos cinco minutos más, con el último sueño reflejado en los ojos... Sin embargo aquellos días habían sido diferentes, solía leer un libro antes de dormir, ello le ayudaba a conciliar el sueño, aunque siempre decía que prefería leer para soñar, y no para dormir. Y es que los sueños eran lo suyo, especialmente uno que llevaba persiguiendo hacía ya un tiempo. No era un soñador de imposibles, de hecho intentaba tener siempre los pies en la tierra, prefería luchar por aquello que sabía que podría conseguir algún día, sus sueños personales. Quizá algo incomprensible o sin la demasiada importancia para el resto de personas, pero qué más daba eso, era su sueño, el que paradójicamente, no le dejaba dormir desde hacía ya algunos días.                                                           ...

Resonar de los tambores, latido de Zamora

Enmudece la ciudad, el silencio inunda cada rincón de las calles… Respeto, devoción, pasión… la pasión de un pueblo, el sentimiento de miles de corazones que se estremecen al paso de una mano nazarena. El sentir que se apodera de los zamoranos inunda cada rincón de una ciudad que se transforma… No hay mejor vestido que la túnica, ni mejor luz que la de las velas, ni cansancio más gratificante que el del cargador que porta a hombros su imagen  más preciada. Se llenan las calles, miles de rostros alzan su mirada hacia las imágenes que lentamente recorren las rúas bañadas de incienso… ojos cargados de sentimientos, nudos en la garganta y lágrimas que tímidamente afloran al paso de esa madre que con sus manos entrelazadas llora sin consuelo. Y es que son muchos los corazones que se encojen al escuchar los primeros acordes de Mater Mea, que se estremecen con el resonar de los tambores, el latido de Zamora, ritmo de marcha que guía la emoción de un pueblo. Pies descalzos baj...